1. Actúa ya: no dejes que pase el tiempo
¿Te suena la serie Cómo conocí a vuestra madre? Una de sus protagonistas, Lily, tiene un grave problema con la tarjeta de crédito: cuando se estresa, la usa compulsivamente para financiar sus compras y su deuda crece hasta hacerse insostenible. A lo largo de los capítulos, en vez de atacar el problema, deja que se vaya haciendo grande hasta que le explota en la cara.
¡No permitas que te ocurra lo mismo! La táctica del avestruz (esconder la cabeza) no funciona para resolver el sobrendeudamiento. Si quieres salir del pozo, lo primero que tienes que hacer es reconocer que tienes un problema y empezar a actuar para ponerle remedio.
¿España está sobrendeudada?
A día de hoy, no parece que los españoles tengamos problemas graves de endeudamiento. Según los últimos datos del Banco de España (BdE), la ratio de morosidad durante el mes de marzo fue de solo el 3,51%. Es decir, que únicamente se han dejado de pagar el 3,51% de todos los créditos que tienen concedidas las entidades financieras supervisadas por el BdE.
Ahora bien, con un contexto como el actual, con una economía inestable y unos intereses al alza, el riesgo de endeudarse más de la cuenta y de tener problemas para llegar a fin de mes es cada vez más elevado. Por eso, si empiezas a tener dificultades para pagar tus créditos, te recomendamos actuar cuanto antes y sigue los pasos de esta página.
2. ¡Deja de endeudarte!
El segundo paso consiste en dejar de pedir dinero prestado. Para que te hagas una idea, el sobrendeudamiento es como un incendio que quema tus finanzas. Contratar créditos para ir pagando los que ya tienes es como echar más gasolina al fuego, y eso terminará por achicharrar tu economía doméstica.
Por lo tanto, no contrates más préstamos, ni uses más tus tarjetas de crédito ni aplaces más compras. Y por supuesto, tampoco solicites minipréstamos o créditos rápidos a financieras privadas, que son productos muy caros que solo harán más grande tu bola de endeudamiento.
3. Revisa tus gastos: prescinde de caprichos
Vamos a por el tercer paso: revisar tus cuentas. Mira los movimientos en tus cuentas corrientes y en tus extractos de tarjeta de crédito y trata de identificar cualquier gasto del que puedas prescindir. Por ejemplo, el tabaco, las copitas afterwork, la comida precocinada, la suscripción a varias plataformas audiovisuales como Netflix o HBO, compras impulsivas en Amazon, AliExpress o Shein…
Prescindir de estos caprichos hará tu vida más aburrida o incómoda, no te vamos a engañar. Pero es un sacrificio que merece la pena, porque te quedará más dinero a fin de mes para pagar las cuotas de tus créditos o, incluso, para ahorrar una buena suma más adelante y liquidar algunas deudas de golpe.
4. Revisa tus bienes: ¿puedes vender alguno?
También te recomendamos valorar si vives por encima de tus actuales posibilidades económicas. Por ejemplo, si has comprado muchos cachivaches en Amazon que no usas o mucha ropa que ya no te pones, puedes vender estos bienes por Internet o en mercadillos de segunda mano.
Plantéate, también, si tus bienes más valiosos se adaptan a tus necesidades. Por ejemplo, si tu casa es más grande de la cuenta, quizás es buena idea venderla para mudarte a otra más pequeña. O si tienes una moto en el garaje que solo acumula polvo, puede que te convenga deshacerte de ella.
Vender bienes que no necesitas puede ser doloroso, especialmente si tienen valor sentimental. Pero como en el caso anterior, te puede venir bien para conseguir un dinero extra con el que saldar algunas de tus deudas.
5. Negocia tus deudas o reunifícalas en una sola
Como te comentábamos antes, el camino para superar una espiral de endeudamiento está lleno de obstáculos. Y es muy probable que prescindir de gastos o aumentar ingresos no baste para liquidar tus créditos, sobre todo si debes sumas importantes de dinero.
Si los anteriores pasos no han aliviado tu situación, todavía puedes resolver tu problema con una negociación con tus acreedores (las financieras a las que debes dinero). Por ejemplo, puedes acordar lo siguiente:
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Ampliar el plazo de tus créditos para que tus cuotas bajen y te sea más fácil pagarlas. Te saldrá caro a la larga (pagarás más en intereses), pero te servirá para sanear tu situación financiera.
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Reunificar tus deudas en una sola. Esta opción consiste en ampliar uno de tus créditos (como tu hipoteca) o en contratar uno nuevo y usar el dinero para liquidar el resto de tus préstamos. Así, pasarás a pagar una única cuota mensual, más asequible, y resolverás tu sobrendeudamiento.
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Reestructurar algunos préstamos. Si tu situación económica es muy delicada, hay créditos que puedes reestructurar con mecanismos como el Código de Buenas Prácticas de las hipotecas o el de los minipréstamos. Si te acoges a estos códigos, la financiera estará obligada a ofrecerte varias soluciones: alargar tu plazo de devolución, aplicar una carencia para que solo pagues intereses durante un tiempo, reducir tu interés…
6. ¿Todo falla? Acógete a la Ley de Segunda Oportunidad
En general, las financieras son comprensivas si tratas de negociar con ellas, porque también les interesa que devuelvas el dinero que te han prestado. Habrá casos, no obstante, en los que no podrás llegar a un acuerdo. Por ejemplo, si ya has dejado de pagar varias cuotas.
Si la negociación no ha llegado a buen puerto, todavía te queda un último recurso: acogerte a la Ley de Segunda Oportunidad. Con este mecanismo, se te asignará un mediador concursal que tratará de llegar a un acuerdo con tus acreedores para que puedas pagar tus créditos a tu ritmo. Si ellos no lo aceptan y no has actuado de mala fe, hasta es posible que un juez te perdone las deudas, pero únicamente si no tienes ningún bien en propiedad que se pueda vender.
Para acogerte a esta ley solo tienes que pedir cita en la notaría que te quede más cerca (o al Registro Mercantil si eres empresario). El notario analizará tu situación, determinará si cumples los requisitos y hará los trámites pertinentes para que se te asigne un mediador concursal. Eso sí, ten cuenta que este proceso cuesta dinero, así que pregunta al notario qué gastos deberás pagar.
7. ¡Evita recaídas!
En principio, si sigues los pasos que te hemos detallado, tendrás muchas posibilidades de salir del pozo de endeudamiento en el que estás atrapado. Ahora bien, como ocurre con la gente que deja el tabaco, es muy importante que no recaigas, es decir, que no vuelvas a sobrendeudarte.
Para que nos entendamos, no pidas más dinero prestado hasta que no hayas liquidado todas o casi todas tus deudas. El esfuerzo que has hecho para aliviar tu situación financiera no servirá de nada si vuelves al punto de partida.
8. Aprende a gestionar tu dinero
Para terminar, te daremos algunos consejos para que gestiones mejor tu dinero. Seguramente, si te has endeudado tanto es porque no sabes cómo administrar lo que ganas y lo que gastas. Como nuestro objetivo es ayudarte a tomar las decisiones que afectan a tu bolsillo, ahí van varias recomendaciones que puedes poner en práctica para tener una economía doméstica sana:
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Administra bien tu presupuesto. Puedes usar el método 50/30/20: emplea el 50% de tus ingresos para pagar gastos básicos (la hipoteca, el alquiler, la luz, el gas, la comida), el 30% para gastos prescindibles (ocio y caprichos varios) y ahorra el 20% restante.
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¿No puedes ahorrar el 20% de tu sueldo? No pasa nada: ahorra el porcentaje que puedas (un 5%, un 10%...) y guárdalo en una cuenta aparte de la habitual. Así, irás haciendo colchón y podrás ir aumentando tu ahorro a medida que vayas cobrando más.
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Si vuelves a endeudarte, que no sea por caprichos. Una deuda “buena” es la que se contrae para financiar gastos necesarios, como la compra de una vivienda si tu casa se te ha quedado pequeña o como cambiar de coche si el tuyo ya está muy viejo.
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La típica deuda “mala” es financiar gastos cotidianos (la compra del súper, la ropa, comidas en restaurantes) con tarjetas de crédito con un interés del 20%.
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Si has contraído una deuda “buena”, no gastes más de la cuenta en tus créditos. Asegúrate de que las cuotas mensuales de tus préstamos no superen más del 30-35% de tus ingresos.
En la sociedad de consumo en la que vivimos, comprar suele asociarse a la felicidad. “El dinero está para gastarlo”, que se dice. Pero administrar bien tus cuentas y ahorrar o invertir una parte de tus ingresos también te proporcionará satisfacción a largo plazo: evitarás el estrés de no llegar a fin de mes, tendrás un colchón para emergencias y podrás crear varios fondos para pagar tus próximas vacaciones, para la entrada de una casa, para empezar a preparar tu jubilación, etc.
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