Cuando tenemos que escoger entre rentabilizar el dinero ahorrado con un depósito o con inversión, ¿cómo lo hacemos? Debemos atender al tipo de inversor que somos y a las preferencias que tenemos para nuestro dinero. En este artículo, desde HelpMyCash.com, analizamos los puntos que debes analizar para escoger entre un producto u otro. ¡Toma nota!

1. Tolerancia al riesgo

Empezar a invertir implica asumir un riesgo de pérdida sobre el dinero. Por eso, cuando se analizan los productos de inversión debemos ser muy conscientes de que puede haber ganancias o pérdidas sobre nuestro dinero. Además, cuanto más riesgo se asume sobre el dinero más rentabilidad potencial se puede ganar.

Por el contrario, los depósitos no representan riesgo sobre el dinero ya que nuestras ganancias o pérdidas no dependerán de los cambios del mercado. Antes de contratar un depósito bancario ya sabemos la rentabilidad y ganancias que obtendremos por el dinero. Junto con esto, hay que saber que el dinero está protegido por un Fondo de Garantía de Depósitos (FGD) al que se adhiere cada entidad. Esto quiere decir que aún en caso de quiebra, nuestro dinero estaría protegido hasta 100.000 euros por cliente y entidad.

2. Rentabilidad a ganar

En cuanto a la rentabilidad, con un producto de inversión la rentabilidad potencial a ganar es mucho más alta que con un depósito. Eso sí, una vez más, hay que tener en mente que también se asume un riesgo de pérdida sobre el dinero, por lo que la rentabilidad no está asegurada. Los depósitos tienen una rentabilidad marcada y desde antes de contratarlos sabremos, de forma segura, el dinero que obtendremos. Esa rentabilidad, sin embargo, es mucho más baja (generalmente) que la que se obtiene en las inversiones.

Para obtener la máxima rentabilidad en cuanto a depósitos, desde HelpMyCash.com elaboramos un ranking con los mejores plazos fijos del mes, donde puedes consultar las características de cada uno y las ganancias que generan.

3. Plazo de tiempo

El plazo de tiempo para la inversión es variable y en cualquier momento se puede retirar el dinero. Eso sí, es cierto que para los inversores principiantes lo más recomendable es no invertir a corto plazo, ya que es complejo. Lo ideal es marcarse un horizonte de inversión a unos cinco años o más, con productos que se entiendan, para poder sacar ventaja de la tendencia al alza de los mercados.

Para los depósitos, el plazo de tiempo está marcado desde un principio. En las características del depósito vendrá si está pensado para varios meses o varios años, por lo que conoceremos el vencimiento. Eso sí, durante el tiempo que dure no tendremos acceso al dinero.

4. Control de las emociones

La inversión requiere, como dice coloquialmente, hacer de tripas corazón. Cuando se hace un seguimiento y vemos que los mercados suben o bajan, esto no quiere decir que haya que comprar más o vender todo, sino que hay que ser paciente y tomar una decisión según la estrategia que se tenga. Por eso hay que tener un fuerte control de las emociones que no ocurre con los depósitos, ya que como se ha comentado antes, no sufren variaciones.

5. Producto más o menos complejo

Un punto muy importante a tomar en cuenta es la complejidad del producto que estamos contratando. Por ejemplo, para la inversión es necesario informarse, leer contenido y estar al tanto de cómo funciona el producto que estamos contratando, precisamente, porque hay un riesgo de pérdida. Los depósitos son productos más simples y son fáciles de entender.

6. Cantidad de dinero para acceder

El mínimo de dinero para contratar el producto también es un elemento a tener en cuenta. Es cierto que depende mucho en cada producto concreto y entidad, pero actualmente para conseguir buenas rentabilidades de depósitos, por ejemplo, entre los mejores depósitos de Europa, el mínimo de inversión es de 10.000 euros. Es el caso de los depósitos a plazo fijo con buenas rentabilidades que comercializa la plataforma Raisin.

Para el acceso a la inversión el mínimo de inversión también cambia mucho, aunque es cierto que cada vez aparecen opciones con mínimos de inversión más bajos o incluso sin ellos. Por ejemplo, entidades como los robo advisors que han irrumpido en el mercado español hace unos cinco años, se comercializan precisamente para romper la barrera de la inversión a los inversores principiantes y el mínimo de dinero que piden es, en algunas ocasiones, de 150 euros o 500 euros.