Trato degradante y tercermundista en la oficina del BBVA de ****.
Hoy he ido con mi madre a la oficina de **** que está en la plaza del ayuntamiento. Íbamos a pedir certificado de saldo de la cuenta el día que falleció mi padre. La cuenta es conjunta con mi madre. Primero una maquina da un número que nadie sabe para que es. Hay que ser un iniciado como en las sectas. Luego la cajera en un tono más propio del III Reich nos dice que ella no da las citas, que esperemos a que terminen los de las mesas. O sino que rellenemos un formulario y que ya nos llamarán, que ella bastante tiene con ladrar "el siguienteeee".
Decidimos esperar a ver si nos da cita una de las mesas. Y en el colmo del trato degradante, una empleada nos dice que para eso no hay cita, que nos busquemos la vida por internet, que en la banca digital se puede hacer y que nos lo enviarían en un mes.
Le comento amable y dulcemente que mi madre tiene 90 años y que de internet sabe lo mismo que ella de trato humano. Procedo en ese momento a vilipendiar a su empresa con expresiones bastante groseras he de reconocerlo. Y ella se encoje de hombros diciendo que esas normas las ponen los que quieren fusionarse con el Sabadell y que lo que opine yo u otros miles de personas de su empresa y de su repugnante acritud le trae absolutamente al pairo.
Por como se comportó debe estar muy, pero muy acostumbrada a que se acuerden de su familia, ancestros y conocidos.
Al ganado en las macro granjas le tratan mucho mejor que el BBVA a sus clientes, sobre todo si son ancianos y sus competencias digitales son nulas.
Que asco y que repugnancia que haya empresas de semejante calaña. Y que además tienen empleados con comportamientos abyectos y deleznables.