París está reciclando ciudad para crear vivienda. En la rue Nollet (norte de la capital), un antiguo aparcamiento en desuso ha sido transformado en una promoción de 83 alquileres asequibles. Es un proyecto complejo por la falta de luz y la contaminación acumulada, pero pensado como símbolo de una estrategia más amplia: más parque público, menos espacios infrautilizados y reglas claras para sumar vivienda donde casi no queda suelo.
Un aparcamiento que se abre a la luz… y a los vecinos
El mayor reto era la iluminación natural. Los arquitectos han resuelto el problema perforando el centro del edificio hasta la planta más baja para crear un patio interior que aporte claridad y ventilación a todas las alturas. También han tenido que descontaminar el subsuelo y reforzar la estructura para uso residencial.
La obra cuesta 12,3 millones de euros: el Ayuntamiento asume un tercio y el resto lo financia el Estado francés con un préstamo a 40 años. Los pisos se alquilarán a precios asequibles y se priorizará a estudiantes, hogares con bajos ingresos y familias monoparentales que cumplan requisitos.
Un objetivo ambicioso: hasta el 40% de vivienda pública en 2035
El proyecto encaja en una política municipal que busca que el 40% del parque residencial sea público o subvencionado en 2035: 30% para personas sin ingresos o con ingresos muy bajos y 10% para rentas medias. Para acelerar, la norma ya obliga a los promotores a reservar una cuota de vivienda social en sus nuevas promociones y, en ciudades con déficit como París, el porcentaje llega al 50%.
El Ayuntamiento cifra en unos 800 edificios los candidatos a transformación (un tercio son oficinas). Un caso conocido es La Samaritaine: tras su renovación (750 millones de euros), el grupo LVMH tuvo que construir 96 viviendas asequibles vinculadas al proyecto. Además, el Consistorio presiona a los distritos más ricos (VI, VII y XVI), donde la vivienda social apenas supone entre el 2% y el 7%, frente al 42% de los distritos XIX y XX.
Dinero público y debate político
La ciudad ha duplicado en cinco años su presupuesto anual para vivienda hasta 800 millones de euros, una cifra que cuadruplica la del Gobierno central. La apuesta se articula en varios ejes: compras preferentes, más reservas obligatorias y conversión masiva de inmuebles vacíos para evitar que París se convierta en una ciudad solo para ricos.
La estrategia, sin embargo, divide. Sus defensores ven una vía eficaz para bajar precios y mantener población trabajadora en la urbe. Los críticos la tildan de intervencionista, alertan del riesgo para la inversión privada y relacionan las restricciones con la pérdida del 5% de población en la última década por el desplazamiento hacia la periferia.
¿Por qué es tan importante este proyecto?
Porque muestra una receta concreta para ciudades con escasez de suelo: reciclar lo que ya existe (aparcamientos, oficinas, inmuebles estatales), financiar a muy largo plazo, obligar a reservar cuota social y repartir la vivienda asequible por todos los barrios.
El aparcamiento de la rue Nollet es uno de unos 40 proyectos similares en marcha. Si funcionan, París ganará vivienda donde parecía imposible y lo hará con criterios de mezcla social, aunque el reto será mantener la inversión privada y no frenar la renovación del parque por exceso de cargas.
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