Te levantas con los niños de San Ildefonso de fondo, miras el décimo por rutina… y está ahí: el número premiado. A partir de ese momento, lo más peligroso no es Hacienda ni el banco, sino las decisiones en caliente.
El Sorteo Extraordinario de Navidad vuelve a poner en juego más de 2.500 millones de euros. El Gordo reparte 400.000 euros por décimo, que se quedan en unos 328.000 euros limpios tras el mordisco de Hacienda. Es una cifra que permite respirar, tapar agujeros y ordenar la vida financiera… pero no es un billete automático a la jubilación. La experiencia demuestra que la línea que separa el “me arregló la vida” del “no sé en qué se fue” se traza en las primeras semanas, no en el bombo. Con esto en mente, la pregunta no es solo qué hacer con el premio. Es, sobre todo, qué tiene sentido hacer hoy con ese dinero.
Lo primero: frena y aparca el premio con cabeza
Antes de hipotecas, fondos o planes grandilocuentes, el movimiento más inteligente suele ser el menos vistoso: ganar tiempo.
Andrea Morales, experta en finanzas del comparador financiero HelpMyCash, lo resume así: “lo pones en una cuenta remunerada y te tomas tiempo para pensarlo”. No es una frase de manual; es un cortafuegos contra el impulso, el arrepentimiento y el ruido alrededor.
Porque cuando entra dinero de golpe, entra también el riesgo de perder el rumbo. Morales lanza una advertencia sencilla: “si ganas la lotería… y gastas como un loco todo el tiempo… al final habrás disfrutado un poco, pero no habrás construido tu futuro financiero”.
HelpMyCash insiste en una idea práctica: tomar un respiro, sí, pero con el dinero “trabajando”. Es decir, mientras decides, mejor que el premio esté en productos líquidos que paguen algo —cuentas remuneradas o depósitos a plazo fijo y a corto plazo— y no parado en una cuenta al 0%.
Y, además, con una precaución básica: no concentrarlo todo en una sola entidad. El Fondo de Garantía de Depósitos cubre hasta 100.000 euros por titular y banco, así que diversificar bancos puede ser una medida de seguridad mientras se arma un plan.
¿Pagar la hipoteca “del tirón”? Depende y no solo de números
Pagar la hipoteca suele ser el primer impulso. La escena se repite cada año: micrófonos, champán, abrazos y el “lo primero, quitarme la hipoteca”. Suena a libertad inmediata. Pero, a números fríos, no siempre es la jugada más inteligente.
Olivia Feldman, cofundadora de HelpMyCash, lo dice claro: “no existe una respuesta universal”, porque la decisión depende de varios factores —y no solo de la cuenta de resultados—. En finanzas domésticas, el Excel pesa… pero la cabeza pesa casi lo mismo.
El factor psicológico: pagar para dormir mejor también cuenta
Hay una parte emocional que no conviene despreciar. “Muchas veces, la gente ni se pregunta si conviene pagar la hipoteca, porque quieren esa sensación de decir ‘tengo una casa sin hipoteca, no tengo deuda y tengo menos presión’”, explica Feldman.
Y añade una idea importante: esa decisión puede ser perfectamente válida si lo que compras es tranquilidad. “Es válido también… sobre todo si no sabes mucho de finanzas”. Traducido: si cancelar la hipoteca reduce la ansiedad y, sobre todo, reduce el riesgo de meter la pata con el premio, esa paz mental tiene un valor real.
Cuándo NO suele tener sentido cancelarla: hipotecas muy baratas
Aquí entra la mirada fría. Feldman pone el foco en las hipotecas con tipos muy bajos: “hay personas que tienen una hipoteca con un tipo de interés de menos del 1%, o del 1,5%, o de menos del 2%, y esas, en teoría, no deberías devolverlas”.
La razón es sencilla: la inflación. Si los precios suben más que tu tipo de interés, el peso real de esa cuota se va encogiendo con el tiempo. Feldman lo explica sin rodeos: “como la inflación es más elevada que ese tipo de interés… ese pago de hipoteca representa menos y menos dinero cuando pasa el tiempo”.
Incluso baja la teoría a tierra: “yo, con una hipoteca al 1,25%, aunque ganara la lotería, no la cancelaría… creo que puedes hacer otras cosas con tu dinero”.
Cuándo SÍ puede tener sentido pagarla: cara, variable o “atascada”
El “depende” también tiene escenarios bastante concretos.
1) Si tu hipoteca es cara
Si el tipo es alto, HelpMyCash sugiere mirar primero si se puede mejorar el préstamo: “si tu hipoteca es muy cara… podrías refinanciar esa hipoteca”. En muchos casos, amortizar parte del capital no es el final del camino, sino el paso previo para conseguir mejores condiciones.
2) Si financiaste el 100% y estás atrapado
Cuando la financiación fue muy alta, a veces cuesta refinanciar. Ahí, un pago parcial puede abrir puertas: “imagina que firmaste una hipoteca al 100% y no puedes refinanciar… tiene sentido pagar una parte”. Feldman pone números para que se entienda: “si cerraste al 3,25%… 3,40%… 3,50%… y puedes amortizar para que la hipoteca represente 70% y bajar al 2%, estás ahorrando mucho dinero”. Conclusión: “un reembolso parcial para hacer una refinanciación tiene mucho sentido”.
3) Si es variable y el diferencial aprieta
En una hipoteca a tipo variable con un diferencial alto, la película cambia. Con un euríbor en el entorno del 2,30% de media, quienes firmaron euríbor +1% o más están pagando un tipo efectivo que ya pesa en la cuota mensual. Para estos perfiles, destinar una parte del premio a amortizar puede equivaler a una rentabilidad difícil de conseguir en un producto sin riesgo: cada euro que no se paga en intereses futuros es, al fin y al cabo, un euro ganado.
4) Si estás en la recta final, quizá no compensa
Cuando quedan pocos años, el consejo suele matizarse. La mayoría de los intereses se pagan en los primeros tramos del préstamo. Si el grueso del coste financiero ya se pagó, cancelar el “rabillo” de capital aporta poco ahorro adicional. Ahí puede tener más sentido conservar la cuota y poner el dinero a trabajar por otra vía.

Mejores depósitos a plazo fijo
Depósitos, cuentas remuneradas… y el enemigo silencioso: la inflación
Durante años, la idea de “meter el dinero en un depósito” rozaba el sarcasmo: tipos al 0%, inflación al alza y ahorros perdiendo poder adquisitivo sin moverse del sitio. En 2025 el panorama es menos desolador, pero tampoco deslumbrante: hay depósitos que rondan el 2,70% TAE a un año, cuentas que pagan alrededor del 2% por el saldo y promociones puntuales que suben al 3,33%TAE durante unos meses.
Esto significa que la parte “conservadora” del premio vuelve a tener sentido: se puede aparcar una suma importante en productos sencillos, con bajo riesgo y algo de rendimiento.
Andrea Morales lo explica con una imagen cotidiana: “Los precios de muchas cosas se han multiplicado por dos y si tu dinero no crece al menos a un ritmo parecido al de los precios, comprarás menos”.
Por eso, desde HelpMyCash insisten en una idea que combina prudencia y movimiento: “tomar un respiro, pero con el dinero trabajando”. Es decir: no hace falta decidirlo todo hoy, pero mientras tanto conviene que el premio no esté parado y, además, bien distribuido para no depender de una sola entidad.
Invertir sin hacerse trampas: del miedo al riesgo a la fe en el cuñado
Cuando la lotería irrumpe en una casa, no solo aumenta el saldo: también se multiplica el número de “expertos”. El cuñado que conoce una acción que va a “explotar”, el amigo con un negocio infalible, el empleado de banca que, de pronto, descubre un producto perfecto para tu perfil.
Aquí HelpMyCash propone empezar por la pregunta que de verdad importa: ¿para qué es el dinero? ¿Complementar la jubilación? ¿Pagar estudios a los hijos? ¿Ganar independencia laboral? ¿Comprar vivienda? Según la respuesta, variará el nivel de riesgo asumible y el tipo de cartera que tiene sentido.
Para batir a la inflación de forma sostenida y ganar dinero, suele ser necesario asumir algo de volatilidad. A largo plazo, una parte de renta variable puede tener sentido —no como juego, sino como diversificación— mediante vehículos como fondos de inversión o ETFS, que permiten delegar gestión y, en España, los fondos de inversión, suelen ofrecer ventajas fiscales frente a comprar acciones directamente, por ejemplo.
La condición es simple y a la vez casi siempre ignorada: no inviertas en nada que no entiendas. Si hace falta que te lo expliquen demasiado, quizá no es para ti. Y si alguien promete rentabilidades altísimas con “riesgo muy bajo”, la sospecha no es una opción: es una obligación.
HelpMyCash lo dice con un enfoque más de higiene mental que de teoría financiera: “no escuchas todo lo que la gente te dice”. Y lo completa con una invitación a usar el premio para algo más valioso que una compra impulsiva: “toma la ocasión de tomar las riendas de tu vida financiera”.
El Gordo como punto de partida: ahorrar, emprender, estudiar, rediseñar la vida
No todo se mide en décimas de rentabilidad. La paz financiera también pesa, tener un buen fondo de emergencia, no hará rico a nadie para siempre, pero sí puede comprar tranquilidad durante años.
Y luego está el uso más infravalorado del premio: ampliar el margen de maniobra. Algunos podrían emprenden en un negocio que conocen; o reducir jornada laboral para aprender algo más, o formarse para cambiar de sector. No siempre cuadra en una hoja de cálculo, pero puede cambiar la capacidad de generar ingresos futuros.
“Si no estás enamorado de tu trabajo… quizá prepararte en otro sector te dé mucha más alegría a largo plazo, que usar el dinero del Gordo para cambiar de coche”. A veces, el mejor retorno es recuperar tiempo, salud mental o autonomía.
Invertir en conocimiento casi nunca sale mal: si hay alguien que sueña con abrir un negocio o cambiar de profesión, este dinero puede ser el empujón que convierta la idea en plan.

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