La decisión no es blanco o negro ni se resuelve con un “siempre es mejor amortizar” o “siempre es mejor invertir”.
- Antes de decidir, asegúrate de tener un colchón de 3–6 meses; sin liquidez, cualquier opción te deja expuesto.
- Luego piensa en el horizonte: si el dinero lo puedes mantener años, la inversión tiene más sentido; si quizá lo necesites pronto, amortizar te da certidumbre.
- El criterio práctico es comparar la TAE real de tu hipoteca con la TAE neta que esperas al invertir (ya con comisiones e impuestos): si la de la hipoteca es mayor, amortizar suele ganar; si es menor, invertir puede compensar, asumiendo volatilidad.
- Revisa la comisión de amortización y, si tu préstamo es variable, usa una TAE razonable que refleje el entorno de tipos, no solo la foto de hoy.
- Y si desgravas por vivienda habitual (compras anteriores a 2013), apura primero los 9.040 euros deducibles antes de mover el resto.