En los últimos años, el mercado inmobiliario español ha experimentado un aumento significativo en los precios de la vivienda. Este encarecimiento de la vivienda ha llevado a muchas personas a optar por hipotecas con plazos más largos para poder asumir el pago de las cuotas mensuales, pese a que estas operaciones se enmarcan en un contexto de bajadas de tipos y, por ende, del euríbor, el principal índice de referencia de las hipotecas.
Según datos de la Asociación Hipotecaria Española, el plazo medio de contratación de las hipotecas alcanzó los 25,3 años en el último trimestre de 2024, marcando un récord histórico. Este dato contrasta con los 24,1 años con los que terminó, por ejemplo, el primer trimestre de 2024.
El alargamiento de los plazos en las hipotecas se ha convertido en una tendencia creciente a medida que las viviendas se hacen más caras y los compradores buscan la manera de hacer frente a las altas mensualidades.
El contexto económico actual, con un entorno de tipos de interés a la baja debido a las políticas del Banco Central Europeo (BCE), ha hecho que muchas personas se vean obligadas a extender los plazos de sus hipotecas para poder asumir el pago mensual de viviendas más caras. Si bien esta medida puede ofrecer un alivio momentáneo en términos de la cantidad que se debe abonar cada mes, también tiene consecuencias importantes que deben ser tenidas en cuenta antes de tomar una decisión.
Consecuencias de alargar los plazos hipotecarios
Alargar el plazo de una hipoteca tiene tanto ventajas como inconvenientes. La principal ventaja es que reduce la cuota mensual, lo que puede hacer que una persona pueda asumir un préstamo hipotecario a pesar de que el precio de la vivienda sea elevado. Sin embargo, la principal desventaja de optar por un plazo más largo es el aumento en el coste total del préstamo debido a los intereses generados.
Cuando se extiende el plazo de la hipoteca, el pago de los intereses se distribuye durante más tiempo. Aunque la cuota mensual sea más baja, al final se paga una cantidad mucho mayor de intereses a lo largo de la vida del préstamo.
Si un comprador decide alargar el plazo de amortización de su hipoteca de 20 a 30 años, no solo estará pagando más intereses cada mes, sino que al final del plazo habrá pagado una cantidad sustancialmente mayor que si hubiera optado por un plazo más corto.
Pero es más fácil entenderlo con un ejemplo. Imaginemos que queremos comprar una vivienda que cueste 200.000 euros y aportamos 50.000 euros. El importe de la hipoteca, una vez descontados los gastos, sería de 162.800 euros.
- A 20 años: generaría de intereses 53.892 euros. En total, la hipoteca tendría un coste de 266.692 euros (precio de la vivienda, más gastos más intereses)
- A 25 años: los intereses alcanzarían los 68.805 euros. En total, el coste de la hipoteca escalaría hasta los 281.605 euros. ¡Una diferencia de 15.000 euros!
Además, la extensión de los plazos hipotecarios también puede hacer que los compradores se queden endeudados por más tiempo. Esto significa que la persona estará comprometida con la deuda hipotecaria durante muchos más años, lo que puede afectar a sus finanzas personales y a su capacidad para asumir otros proyectos a largo plazo, como el ahorro para la jubilación o la compra de otros bienes.
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