Cuando los mercados financieros se tiñen de rojo, la reacción más común —y comprensible— de muchos inversores principiantes es vender. Vender para “evitar perder más”. Vender porque “esto no se va a recuperar”. Vender porque “se vienen tiempos duros”. Sin embargo, la historia demuestra que tomar decisiones basadas en el miedo suele salir caro. Muy caro.
La historia de los mercados está llena de episodios de volatilidad —la crisis financiera de 2008, pasando por la pandemia de COVID-19, o más recientemente la inestabilidad política y económica causada por el presidente Donald Trump, por ejemplo— y en todos ellos se repite un patrón: “quienes mantienen la calma y no salen del mercado, acaban saliendo reforzados. En cambio, quienes reaccionan con prisas suelen vender a pérdidas y volver al mercado cuando está más alto, perdiendo parte sustancial del potencial de recuperación”, apunta Andrea Morales, editora de inversión del comparador financiero HelpMyCash.com.
Cuando los números hablan: el coste real de vender en el peor momento
La experta traduce con un ejemplo, lo que significa para los ahorros vender con pánico. “Tomemos como ejemplo la evolución del índice MSCI World, que incluye las principales empresas de economías desarrolladas. Si un inversor hubiera colocado 100.000 euros en enero de 2007—antes de la crisis financiera de 2008— y simplemente los hubiera mantenido, habría visto cómo esa cantidad crecía hasta casi 250.000 euros a finales de 2024. Incluso con una ligera corrección a comienzos de 2025, a causa de la incertidumbre por las políticas de Trump, su inversión seguiría rondando los 246.000 euros”, apunta Morales.
Ahora bien, si ese mismo inversor hubiera salido del mercado en septiembre de 2008 tras perder un 20% y regresado recién en 2013, cuando la confianza se recuperaba, su patrimonio, en marzo de 2025, apenas habría llegado a los 207.000 euros. Más de 39.000 euros de diferencia. “Y no por elegir mal el activo, sino por salir y entrar en el peor momento”, añade la experta de HelpMyCash.
Un caso aún más llamativo es el de quien abandonó el mercado tras perder un 40% en noviembre de 2008: aunque volvió en 2013, su capital a día de hoy sería de unos 149.000 euros. Es decir, habría perdido cerca de 100.000 euros respecto al inversor que aguantó.
¿Por qué ocurre esto? “En gran parte, por las emociones. Muchos inversores tienden a comprar cuando todo sube, impulsados por el optimismo generalizado, y vender cuando el mercado cae, presionados por el miedo”, señala Morales.
“Cuando uno actúa en caliente, sin pensar con calma la situación, suele tomar decisiones que no responden a su interés a largo plazo”, explica la experta de HelpMyCash. “La volatilidad es inevitable, los ciclos económicos existen. Por eso es importante tener objetivos claros y evitar dejarse llevar por el impulso”, puntualiza.
La trampa del ‘market timing’
Morales señala también el peligro del market timing, es decir, tratar de anticiparse a los movimientos del mercado entrando y saliendo según previsiones de “supuestos gurú” o intuiciones.
La experta financiera recalca que, más allá de intentar batir al mercado, lo verdaderamente clave es mantenerse dentro. En ese sentido, contar con una cartera diversificada y estrategia a largo plazo, adaptada al perfil de riesgo, es fundamental. Así, si un activo sufre, otros pueden compensarlo, y se reduce la necesidad de tomar decisiones drásticas. Pero incluso con esa diversificación, la mejor estrategia en tiempos de caídas suele ser no hacer nada. “No pierdes dinero hasta que no vendas”, subraya Morales.
“Invertir a largo plazo —sin tratar de adivinar el comportamiento del mercado en el corto— ha demostrado ser la fórmula más consistente para generar rentabilidad. De hecho, a lo largo de la historia, no ha habido periodos de 20 años en los principales mercados desarrollados, en los que se haya registrado un rendimiento negativo. La paciencia, en este contexto, no es solo una virtud: es una estrategia rentable”, puntualiza.
En estos días, en los que el nombre de Warren Buffett vuelve a los titulares tras anunciar su retirada como CEO de Berkshire Hathaway a los 94 años, su legado cobra más vigencia que nunca. Durante más de seis décadas al frente de la compañía, generó una rentabilidad acumulada del 5.502.284 %, sin dejarse llevar por modas, crisis o pánicos. Su consejo fue siempre claro: invertir con disciplina, pensar a largo plazo y, sobre todo, no vender con pánico.
La historia de Buffett y los datos del mercado dicen lo mismo: la pérdida no ocurre cuando el mercado cae, sino cuando decidimos abandonarlo en ese momento. Quedarse quieto puede parecer pasividad, pero en inversión, muchas veces, es el mayor acto de inteligencia.
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